2.12.04

Wodahs

La gente aterrorizada corría a cubrirse y yo con una felicidad inconsciente brincoteaba en los charcos que percibía llenos de vida, la ciudad de Wodahs era un caos.
El estado de shok en la población no permitía tener ni un solo pensamiento. los gobernantes hacían planes contra un enemigo desconocido y muy extraño no sabían de que se trataba, tal vez no era nadie ni nada y solo sufrían una alucinación común provocada por los medios de comunicación. El hecho es que la lluvia parecía interminable y apocalíptica, al principio pensaban que solo era agua con anilina pero... si, era sangre, sangre de ningún tipo, no entraba en ninguna clasificación conocida y nadie tenia explicación alguna pero los inmensos coágulos que tapizaban las calles como si se tratara de nieve, lograban que todos olvidaran la rutina para refugiarse en sus hogares, eran pocos, pero había seres humanos en las calles con rostros llenos de temor y arrepentimiento la expresión era como si no quisieran existir en ese momento. Solo los indiferentes pudimos disfrutar de aquella lluvia guinda, adornada con nubes rosas casi fluorescentes y arco iris tridimensionales, el olor era fétido pero soportable, las casas estaban llenas de color y por primera vez Wodahs era un lugar mágico lleno de tranquilidad implantada por el miedo... ¿pero a quien le importaba?
Al menos a mi no, yo me sentía feliz por que no lo tenía todo y al fin le encontraba sentido a mi existencia
al parecer ahora los mundos subterráneos estaban formados por familias comunes que se la pasaban viendo el gran fraude televisivo, por que no había ni una sola cámara en la calle, pero en fin... no sabían la verdad pero tenían la protección de su hogar.
Después de un poco de delirio me senté en una banca observando la fuente llena de Ángeles teñidos, los fluidos salpicaban y producían una brisa fina que parecía polvo he impedía ver claramente.
Mi ropa estaba mojadísima y mi cabello relamido, goteaba la lluvia que después recorría toda mi cara, no sentía frió ni preocupación alguna, no había prisa, ni gente persiguiéndome, por un momento creí que estaba totalmente sola y sentía lastima de que los demás no se dieran cuenta de que un día no por ser diferente dejaba de ser hermoso
, en fin... en un breve momento me sumergí en un suspiro que me alejo un poco de el ruido provocado por los riachuelos formados en las orillas de las calles, pero mi ausencia mental fue interrumpida por el graznido de un cuervo que llego acompañado de unos jóvenes que también caminaban tranquilamente bajo la lluvia de gotitas pesadas que se estampaban contra el piso gritando por su desintegración.
Cuando vi las siluetas que se detenían frente a mi observándome con curiosidad sentí cierto nerviosismo provocado por demasiada atención de gente desconocida, los vi fijamente a los ojos con expresión de antipatía social pero ellos sonrieron y sin decir nada se sentaron a mi lado, eran dos tipos extraños de apariencia fría y desinteresada uno tenia la frente marcada, el cabello desparpajado y un poco largo, unos ojos grandes, obscuros y misteriosos, la nariz grande y redondeada; iba vestido de manera casual y con una boina que me resultaba muy agradable, el otro se veía mas formal, daba la impresión de haber sido un niño reprimido e impecable en su aspecto pero de nada servia su elegante atuendo por que la lluvia había acabado con todo el lujo que le proporcionaba el toque de algún diseñador famoso pero que yo felizmente desconocía , pero a pesar de toda su formalidad se veía divertido con carita intelectual pero cabrona, su mirada intimidaba por la seguridad que demostraba pero se veía muy cómodo vagando por las calles descubriendo un día alternativo y eso me hacia sentir bien aunque no se porque. Paso un buen tiempo sin que hablaran y yo cantaba con alegría melancólica cualquier canción, tarareando desafinadamente (sha la la la la la) en voz baja solo como recordando en mi mente la letra de la canción, cuando termine a medias el repertorio de rutina, la lluvia se había clamado, seguía lloviendo pero con una armonía tan perfecta que después de un rato casi no se percibía que estaba ocurriendo un fenómeno pasajero, ya era tarde y las nubes desgastadas se tornaban ahora de un color pálido, el sol se ocultaba (bueno en realidad no había estado muy presente pero…) la luz desaparecía lentamente y a lo lejos en un rincón del cielo extrañamente despejado se podía ver aquella luna de perfecta sonrisa gatuna que daba por concluido aquel ciclo maravilloso de sueños sociales comunes…
Julia Mclean

1 Kommentar:

Anonym hat gesagt…

Da best.