8.8.05

si no te hubieras entregado a tus hábitos de imbecil...

no me hubiera enamorado

De un individuo que sería un dragón bonito…

Al fin el tiempo hizo su efecto post toloache y la idea de tu no-perfección atravesó por mis muros cerebrales de papel arroz, igual que la tormentosa idea de tu existencia hace unos meses, fue lo mismo pero al revés, aquella vez saliste del telón promoviendo tu irónica sonrisa, brincoteabas exhibiendo tu gusto por las cosas exclusivas, quizá me incluías, también hablabas de la cautivante idea del niño sufrido con futuro… fue como un espejo, de esos a los que les pagas por decirte que blanca nieves no existe! Y los lentecitos de la personalidad, entre los comentarios de tu adorable yo, la mirada de caballito de ajedrez y la respiración medida al hablar, lento, seguro e insinuante con mis neuronas, neutralizaste mi angustia y exhalabas poesía de esa que nos gusta, fría y presuntuosa… a los 20 minutos después del crepúsculo en que viniste a mi mente ya me había vuelto una fanática obsesiva de tu cercanía, te encontré y pudo haber sido más difícil, solo un par de indicaciones y ya conocías el camino, shhh! nadie nos veía, no teníamos por que pensar, todo estaba hecho por nosotros, inventamos el juego y fuimos modificándolo al gusto, entre risas y síndromes de abstinencia sofocados por magnas dosis de ego, sabía que era toloache! Maldición, yo lo sabía! Pero como lo disfruté, porciones medidas de entregas totales, tiempos de reposición para el individualismo hambriento y un poco de corrector para las manchas de tinta regada, que importaba todo! Sesiones de tranquilidad fingida y propuestas ilícitas en silencio, conexión pseudo telepática y una plática de interrupción feliz, tiempo libre, tiempo libre, tiempo sin ti, libre!, -nosotros- dejó de existir y entonces acabo la secuela toloache, un día sacudí la cajita donde guardo mis gustos y noté que eres feo, creído, parduzco y muy pero muy lejano a ese gato azul del que siempre he necesitado, además tienes mala ortografía y tu gran futuro habla más de tu insignificante presente que de posible trascendencia en el cosmos, entonces me desencante y te borre de mi lista de los próximos secuestros, danzabas por mi mente con esos lentes fachosos y la sonrisa estúpida ostentando esa tremenda arrogancia que se vuelve grotesca cuando hay más de dos humanos, hablabas con soberbia y me insistías en dejar a un lado mi desconfianza razonada, te vi con asco e indignación! Me di la vuelta y camine lejos, muy lejos, molesta, pensando en gatos, duendes y charcos, no hablaste más y después de unos días percibí tu indiferencia… era toloache, fue toloache, hoy te buscare y ya paso lo del toloache, ¿donde habré dejado aquella lista de secuestros? Y el matafuego Que miedo post-toloache!

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